RESUMO
Abstract Infective endocarditis (IE) is a rare but severe disease, due to an infection of the endocardial surface of the heart. The annual incidence ranging from 3 to 7 per 100 000 person-years, with an overall mortality rates of 25%. Staphylococci and Streptococci accounted for approximately 80% of IE cases. Enterococci are the third leading cause accounted for approximately 5-18% of all cases and are increasingly linked to health-care contact. The increasing number of cardiovascular electronic devices, prosthetic valves implants along with frequent invasive diagnostic or therapeutic procedures performed in elderly, may also contribute to the rise of IE in this population. Blood cultures and echocardiographic findings are the cornerstone of the IE diagnosis, confirmed or rejected according to modified Duke criteria. Other imaging modalities as Cardiac Computed Tomography, Cardiac Magnetic Resonance Imaging and 18Ffluorodeoxyglucose Positron Emission Tomography - Computed Tomography (18FDG-PET/CT) can determine a more correct diagnosis and identify many of the endocarditis-related complications. Here, we describe a patient with aortic prosthetic valve and Enterococcus faecalis (EF) IE. Cerebral and spinal MRI and 18FDG-PET/CT, performed during the hospitalization, showed multi-organ silent periferic embolization. Furthermore, the cultural examination of the valvular surgical specimen revealed a methicillin-sensitive Staphylococcus aureus suggestive for polymicrobial endocarditis. Some Authors demonstrated a possible false-positive valve culture due to a postoperative contamination. Since contaminated cultures usually yield microorganisms compatible with endocarditis, such as coagulase-negative Staphylococci, viridans group Streptococcus species, may be difficult for the physician not to treat the patient. This case represents need for high level of suspicion to diagnose IE. Multimodality assessment improves the diagnosis and allows the detection of the complications. Moreover, a multidisciplinary team and specialized centers determine a better patients outcome.
Resumen La endocarditis infecciosa (EI) es una enfermedad poco frecuente pero severa, dada por una infección del endocardio. La incidencia anual oscila entre 3 y 7 por cada 100 000 personas-año, con una tasa de mortalidad general del 25%. Los estafilococos y los estreptococos representaron aproximadamente un 80% de los casos de EI. Los enterococos son la tercera causa, aportando aproximadamente 5% a 18% de todos los casos, y se vinculan cada vez más al contacto con la atención médica. El número creciente de dispositivos electrónicos cardiovasculares e implantes de válvulas protésicas, junto con los frecuentes procedimientos invasivos diagnósticos o terapéuticos en las personas ancianas, también podrían contribuir al incremento de EI en esta población. Los hemocultivos y los hallazgos ecocardiográficos son la piedra angular del diagnóstico de EI, confirmado o rechazado de acuerdo con los criterios modificados de Duke. Otras modalidades de imagenología tales como la Tomografía Computarizada Cardíaca (TCC), la Resonancia Magnética Cardíaca (RMC) y la Tomografía por Emisión de Positrones - Tomografía Computarizada con 18F-fluorodeoxiglucosa (18F-FDG PET/TC) pueden determinar un diagnóstico más preciso e identificar muchas de las complicaciones asociadas a la endocarditis. Aquí describimos un paciente con una válvula aórtica protésica y EI por EF. Una RM del cerebro y la columna vertebral y una 18F-FDG PET/TC practicadas durante la hospitalización evidenciaron embolia periférica multiorgánica silenciosa. Además, el examen por cultivo de la muestra quirúrgica valvular reveló Staphylococcus aureus sensible a la meticilina (SASM), sugestivo de endocarditis polimicrobiana. Algunos autores demostraron un posible falso positivo del cultivo valvular dado por contaminación postoperatoria. Ya que los cultivos contaminados generalmente producen microorganismos compatibles con la endocarditis, tales como estafilococos coagulasa negativos y estreptococos del grupo viridans, le puede resultar difícil al médico no tratar al paciente. Este caso representa la necesidad de tener un alto nivel de sospecha para diagnosticar la EI. La valoración multimodal mejora el diagnóstico y permite detectar complicaciones. Además, un equipo multidisciplinario y los centros especializados determinan un mejor desenlace para el paciente.